Generalmente los habitantes de la Ciudad de México no suelen aprovechar todas las ofertas culturales de la ciudad y es común que sean los extranjeros o visitantes de fuera quienes las aprovechan. Este suele ser el caso de Palacio Nacional. Durante mi tiempo trabajando ahí, era frecuente ver grupos de turistas extranjeros pasándose por las instalaciones y llegue a ver a pocos connacionales, a excepción de los niños que iban en visitas escolares obligadas. Muchos amigos y conocidos me mencionaron que no conocían Palacio Nacional por dentro, que no sabían ni siquiera que se podía entrar, y de manera gratuita. Tuve que mencionarles y algunas veces invitarlos para que conocieran.
La visita a Palacio Nacional vale la pena, a mi parecer, por diversas razones. Primero, la arquitectura del edificio en si es bastante impresionante. Pasearse por sus patios, jardines y balcones internos es una grata experiencia. En general se respira una agradable calma comparada al estrés generado por las multitudes que a diario cruzan el centro. También se puede visitar la capilla de la Emperatriz y la antigua Tesorería de la Federación (cuando está abierta, cosa que casi nunca sucede).
Segundo, en los muros del primer nivel y a lo largo de la escalera principal se encuentran una serie de murales realizados por Diego Rivera que sintetizan la historia del país y escenifican la vida prehispánica. Creo que a cualquiera que le interese un poco la cultura nacional, debe de echarles un vistazo.
Tercero, dentro de Palacio existen dos museos: las habitaciones de Benito Juárez en el tercer patio Mariano y el Recinto Parlamentario en el primer nivel. Recomiendo las últimas instalaciones para dar un vistazo a cómo era la antigua sala parlamentaria del país; aunque estas no son las originales, son una reconstrucción, pues fueron destruidas por un incendio en 1872.
Cuarto, la biblioteca que se encuentra en el tercer patio Mariano, en la cual se pueden consultar sus libros (con limitaciones) y uno puede leer con tranquilidad en sus instalaciones.
Quinto, dentro de Palacio hay una pequeña cafetería, pero sólo el personal que labora internamente suele visitarla. Esta se encuentra sobre la tesorería y sólo se puede acceder por los elevadores que hay a un costado de la antigua tesorería. Para ir a esta cafetería recomiendo que mencionen que van al segundo piso, o a la cafetería y van visitar a algún familiar que trabaja en Hacienda, de otra manera, no faltara alguien que les pregunte a dónde van de manera no muy amable. Esta cafetería no ofrece nada del otro mundo, pero sentarse en este patio oculto de Palacio mientras uno se toma un café y tiene una plática interesante, siempre se aprecia.
Ahora bien, la entrada es gratuita, pero tienen que llevar una identificación para que los dejen pasar: credencial de elector, licencia de conducir, credencial de la universidad, etc. Ya si desean saber un poco más de Palacio Nacional antes de ir, se puede realizar un recorrido en su museo virtual.
La entrada es de 9 a 5 de la tarde, si no mal recuerdo; hay visitas guiadas, las cuales uno puede solicitar a la entrada y abren diario. En caso de manifestaciones o eventos oficiales, las visitas se cancelan.
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